Hace unos meses me encontré con un viejo
amigo al que hacía tiempo que no veía.
Ahora por motivos de trabajo ya no vive en la ciudad, así
que estuvimos charlando un buen rato y
para ponernos al día le propuse quedar el fin de semana para ir a cenar y salir a tomar algo.
Al llegar a casa
le dije a mi mujer que me había encontrado a Raúl y que le había invitado a cenar y a salir a tomar
algo y que le había ofrecido quedarse en casa, para que no tuviese que conducir
después de tomarnos un par de copas.
A ella le pareció bien. A mi mujer y a mí nos unía una buena amistad con Raúl y
su esposa. Solíamos salir a menudo los cuatro y tenemos pasado muy buenos
momentos. El caso es que desde que ellos se divorciaron y mi amigo se fue a
vivir a otra ciudad habíamos perdido un poco el contacto.
Así que pasaron los días y llegado el fin de semana nos
encontramos los tres. Nos tomamos algo en casa y salimos a cenar.
La cena fue muy distendida y agradable y transcurrió
recordando viejas anécdotas tanto de mi
amigo y de mi, (que ya nos conocíamos de
antes de tener parejas) como de la época en que salíamos los cuatro.
Tras la cena nos fuimos a un local tranquilo a tomar una
copa y a seguir la noche. Ahí la
conversación cambió un poco y Raúl comenzó a contarnos que desde que se había
separado le iba muy bien. Que de momento no pretendía volver a emparejarse y
que se dedicaba a salir y pasarlo bien sin más. Nos contó que había encontrado una “follamiga” como se les
llama ahora y que estaba encantado.
La conversación se volvió más picante y nos confesó que con ella había realizado algunas de sus
fantasías sexuales que con su mujer no había logrado.
En un momento dado, me fui a la barra a pedir unas copas
y los dejé allí solos. Mientras me atendían se me encendió una lucecita. Si
amigos; mi gran fantasía es ver a mi mujer con otro hombre, es ser cornudo y
hasta ese momento no se me había ocurrido lo morboso de la situación. Ahí
estaba yo en la barra pidiendo bebidas
para los tres mientras mi mujer y mi amigo estaban solos en una esquina
hablando de sexo tranquilamente.
Lo cierto es que en mis planes de hacer mi fantasía realidad siempre pensaba en alguien alejado
de nuestro circulo, en alguna persona con la que no tuviésemos una relación
previa y eso creo que me había bloqueado hasta ese momento.
Cuando regrese junto a ellos seguían con las risitas y la
conversación subida de tono. Iria me conto que siguiendo con el tema fantasías
le había contado a Raúl la mía. Yo la verdad me quedé bastante cortado. Mi amigo
me dijo que con el pedazo mujer que tenía esa fantasía no sería difícil de
realizar y concluyo con un “si quieres voluntarios, para eso están los amigos”
Os tengo que confesar que la vergüenza fue desapareciendo
para dejar paso a la excitación. Tuve
que acomodarme un poco para disimular la
erección que empezaba a asomar entre mis piernas.
A partir de ese momento me propuse desaparecer cuanto
pudiese, para ir a pedir, para ir al baño…, cualquier excusa era buena para que dejarlos a solas y que mi mente siguiese
trabajando en el morbo. Sabía que mis
fantasías no se harían realidad pero la excitación de que ellos estuviesen
juntos hablando y bailando en la pista era tremenda. No dejaba de estar empalmado. Llegó un momento en que me apartaba tanto de
ellos que parecía no existir y parecían
pasarlo tan bien juntos que era maravilloso.
Y acabó la fiesta y decidimos irnos a casa. Yo
seguía callado y dejándolos a su aire y
ellos continuaban con sus conversaciones
y sus risas.
Y llegamos a casa,
alguien propuso tomar la última, así que fuimos a la sala, me dirigí al mueble
bar a preparar las bebida.
Y pasó....
Al girarme estaban ambos en el sofá besándose apasionadamente.
Raúl tenía una mano por debajo de la blusa de mi mujer, tocándole los pechos. La
mano de ella le manoseaba el pantalón, intentado abrírselo para alcanzar a
tocar su polla.
Yo estaba de pie, quieto, inmóvil, sin reaccionar
Raúl le sacó la blusa y comenzó a comerle los pezones,
ella gemía, eso le encanta y estaba
claro que estaba disfrutando bastante. Todo lo
recuerdo como flashes, la excitación, el morbo, el alcohol…
Ahora el ya no tenía los pantalones y disfrutaba de la
atenciones que mi mujer y su lengua le brindaban a su polla.
Al cabo de unos minutos, ella se levantó y vino hacia mí,
me pidió que le alcanzase el bolso que quería coger los preservativos que
había comprado el día anterior. Ese simple
detalle fue brutal para mi, ya que nosotros NO utilizamos condones, con lo cual
esto que estaba pasando no era algo
espontaneo ni fruto de una noche loca. Noté la polla más dura que nunca.
Cuando le di el paquete me sonrió y me dijo que se iba a
la cama a follar y que por supuesto eso no iba a ser conmigo. Y que tampoco iba
a poder verlo que de momento me tendría que conformar con seguir imaginándolo.
Tomó a Raúl de la mano, se fueron al dormitorio y cerraron
la puerta.
Yo me senté en el sofá y comencé a masturbarme mientras
escuchaba los gemidos de ambos. Se escuchaba el golpeteo de ambos cuerpos al
follar, cerré los ojos para imaginarme a mi mujer siendo follada por otro y
sentí la leche caliente resbalando por mi mano….